Merequetengue: rincón de títeres y sueños

*En el centro de la ciudad de Xalapa, El Rincón de los Títeres de Merequetengue, con sus cientos de funciones infantiles, ofrece armonía, paz y tranquilidad en medio de duendes, nomos, plantas y muñecos de trapo

Carolina Miranda

Xalapa, Ver.- La fachada de alegres colores y las imágenes que evocan a La rosa de los vientos sorprenden a propios y extraños, pero cuando se cruza aquella puerta con listones colgando, las añoranzas, buenos recuerdos y sueños infantiles inundan el cuerpo.

La imaginación vuela y nos lleva a nuestras infancias cuando llegábamos a la luna, esa masa redonda azulada que aparece imponente en el teatro El Rincón de los Títeres de Merequetengue, un oasis para niñas y niños.

Las diminutas figuras de seres irreales y tan reales que se posan sobre otro muro, hacen olvidar la vida diaria que se vive en una ciudad caótica como Xalapa, en un rincón creado en una de las avenidas más transitadas de la urbe.

Por aquellos pasillos es común ver la figura de un hombre llamado Lorenzo Portillo Armendáriz, quien junto al maestro David Aáron Estrada, fundó el lugar, un edificio –describe- que respira a creatividad y a hacer posible los sueños.

A veces se observa a Lorenzo asomarse por una diminuta ventana de la fachada; a veces aparece en el escenario dando vida a títeres que nos cuentan historias llenas de tristezas, alegrías y nostalgias, como la vida misma.

En el escenario, Lorenzo disfruta de ese silencio que ofrece el lugar previo a las funciones. “Vivimos en una precipitada vida, rodeados de ruidos y distractores, entonces el silencio es bueno”, afirma al recordar instantes antes que todo cobre vida.

El edificio -con sus colores en rosa chillante y azul fuerte, junto con sus dibujos infantiles en el exterior y sus butacas multicolores en el interior-, genera una sensación de armonía, en medio de una historia de casi trece años.

Primero en un verdadero rincón en la parte antigua de la ciudad, luego a un lado del parque infantil Elisa Alarcón Godos, con una historia que generaciones de niños y niñas recuerdan con alegría, desde aquel planetario, el jardín de niños y un falso barco pirata que viaja por un mundo terráqueo.

“El que se haya construido este teatro hace casi diez años en este lugar significa mucho para muchas personas, porque recupera su vocación dirigido a las infancias”, afirma el titiritero.

Es un sitio, describe Lorenzo, donde hay libertad para que las personas que lo habitan puedan tener esa posibilidad de crear y que sus visitantes ocasionales sientan un espacio seguro donde estarán resguardados sus sueño.

Cada vez que recibe en sus entrañas a docenas de pequeños, el teatro se convierte en un espacio que transmite armonía, paz y tranquilidad, un sitio donde fluyen las ideas, energía positiva, duendes, nomos, plantas y títeres.

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